México, puente al mundo: Peña Nieto
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hace 9 añosen
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RIAD, Arabia Saudita (OEM-Informex).- “México es hoy -ubica el presidente Enrique Peña Nieto- plataforma productiva de alcance global. País abierto al mundo -lo describe-. “Ve en el comercio el motor del desarrollo nacional. México -redondea- puente hacia Estados Unidos y Canadá. Y gozne hacia la América Latina. Litorales que miran horizontes de Europa y Asia. México que ofrece estabilidad, seguridad y oportunidades mil. México. Tierra de modernidad y porvenir…
Abdulrahman Bin Abdullah Al Zamil, cabeza del Consejo Saudí de Cámaras, lo recibe con respetuoso: “En el nombre de Alá que es compasivo”… Y tantea: “México puede convertirse en nuestro socio. México crece. Su economía se finca en sectores productivos. Tal vez el comercio. O la industria. Importa su agricultura. Para alcanzar la seguridad alimentaria que preocupa a Arabia Saudita. Que esta reunión de hombres de negocios de las dos naciones dé resultados. Que la inversión crezca. Lo mismo que la mutua cooperación. México puede ser puerta de entrada a América Latina de productos sauditas”. Y muy decidido, el señor Al Zamil urge: “Vamos a crear un Consejo de Negocios Saudí-México. Que impulse la relación hacia la mutua prosperidad”.
Una muy dilatada sala oval es el escenario en el que se congregan hombres de túnica holgada y continente reposado con los de indumentaria occidental. Se observan -sonríen, atraen, espían- desde cómodos sillones. Sitio fresco, práctico. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, acude con su séquito. Ildefonso Guajardo hace recuento de tratos, de intercambios. “Hace 40 años ocurrió la más reciente visita de un Presidente de México a este país. La situación económica de ambas naciones cambió de tajo. De exportador de materias primas -petróleo y minerales-, México es líder en exportación de manufacturas. Manda al mundo miles y miles de automóviles. Produce -como ningún otro- pantallas de televisión, refrigeradores y su infraestructura…”.
El presidente Enrique Peña Nieto toma la palabra para revelar “La Última Hora” nacional. Reseña esfuerzos y frutos. Perspectivas. Trabajo de reformas. Fines; propósitos. “Tan se confía en la estabilidad financiera de México que en estos tres años de Gobierno el país recibió 92 mil millones de dólares. Inversionistas que saben de la certeza de nuestras leyes en la materia. Cada año nuestras universidades gradúan a 100 mil ingenieros. Telecomunicaciones y Energía. Y Turismo e Industria. Productos agrícolas. Petróleo y electricidad. Sectores antes estatales están hoy abiertos a la iniciativa privada”.
Ya Ildefonso Guajardo había dicho: “Nos importa producir alimentos para la población musulmana.
Y el petróleo. Países que lo producen. Años atrás México fue el quinto abastecedor mundial. En 1980 éramos “the oilers”. Y el orbe entero se peleaba por la amistad de los mexicanos. Giscard d’Estaing Schmidt -alemán recientemente fallecido-. Suecia. Israel. Y -en primer lugar- Estados Unidos. El presidente José López Portillo divulgó su enojo. “Carter vino por lo único que les interesa: el petróleo. Lo sienten suyo. ¡Uf!”.
Y todo cambió un año después. El 6 de junio de 1981 López Portillo echaba de la Dirección de Petróleos Mexicanos a su amigo de adolescencia Jorge Díaz Serrano. “De golpe y porrazo Jorge bajó el precio del petróleo… Díaz Serrano no consultó al gabinete económico… Actuó unilateralmente. Como si se mandara solo, señor Presidente… Díaz Serrano hace lo que le viene en gana con el petróleo, señor Presidente…”. Y le “calentaron” la cabeza a don José. Y despidió a su gran amigo. “Lo siento mucho, mi Jorge. Pero hemos decidido que debes separarte de Pemex…”. “Cuidado, José. Cuidado. Tus amigos políticos no conciben que yo -un ingeniero- vaya en punta en la carrera por la Presidencia de la República. Cuidado. Te van a hundir, José. Y contigo, al país”. Eso alegó Jorge Díaz Serrano. Aquel sábado 6 de junio de 1981. En vano. El mercado se impuso. Y no se frenó la caída del precio del crudo.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, llegó el sábado a Arabia Saudita. Alrededor de las 23 horas el TP-01 aterrizó tras largas horas de vuelo. Gánder –Canadá- y Málaga-España- fueron puntos de escala. Rigor árabe. Ceremonia casi íntima. Con breve charla -y el consumo de una taza de café o té- en el área de visitantes distinguidos del moderno aeropuerto. Los reporteros permanecieron en la aeronave. Las mujeres observaron la regla de vestir un traje largo que las cubre de la cabeza a los pies. Nada que revele -o insinúe- su anatomía. Ni piel ni cabellera deben ser exhibidas. La mañana del domingo, agrupadas, reunidas, recordaban escenas de funerales de antiguas películas mexicanas. Rezanderas, llorosas, plañideras. También -su aire- hizo recordar los primeros renglones de “Al Filo del Agua”, del escritor jalisciense Agustín Yáñez: “Pueblo de mujeres enlutadas”…
Inflexible la norma. Nada de saludar a las mujeres con el beso en la mejilla. Aquí son intocables. En el autobús que nos transporta las mujeres viajan separadas de los varones. Así ocurrió en el trayecto hacia el hotel. A la medianoche -rendidos, extenuados- los periodistas llegaron a su alojamiento.
Afectó el cambio de clima -este domingo, a las 12, el termómetro marcaba 24 grados centígrados y no se veía a transeúnte alguno en las aseadas calles de esta ciudad- al secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, quien restó importancia a la distancia geográfica que media entre Arabia Saudita y México. Trajo a colación la influencia de este país árabe en la cultura mexicana. “Palabras de su lengua, platillos de su gastronomía y hasta evidencias genéticas suyas están en nosotros”. Y recordó que ya en 1998, con Venezuela, México y Arabia Saudita dialogaron y arribaron a acuerdos en materia petrolera. “Se pasó -dijo Joaquín Coldwell- de la confrontación al consenso”. Hubo más. Se creó el Foro de Energía. Prevalece; funciona. Lo guía -desde hace varios años- el mexicano Aldo Flores.
“Da mucho gusto que un paisano, un mexicano tenga tamaña responsabilidad. Te felicito, Aldo”, dijo Enrique Peña Nieto al talentoso compatriota.
Hace 100 años, estos pueblos árabes -beduinos, tribus- criaban ovejas y camellos. Nómadas en busca de oasis. El agua escasa. Los ingleses aguardaban: T.E. Lawrence de Arabia
Calor, frío, aire acondicionado. Vaya usted a saber. El caso es que Pedro Joaquín Coldwell se quedó casi sin voz a la hora de hacer balance de la cuestión energética en el país. Estudioso -bien informado- y puntual, pasó el apuro. Carraspeó. Se limpió la garganta. “Nuestro sector eléctrico requerirá inversiones por 116 mil millones de dólares. Gasoductos que costarán 14 mil millones de dólares. Empresas productoras de Energía Eléctrica la comercializarán; la distribuirán. Campo propicio -este de las energías limpias- para la inversión privada”.
Aurelio Nuño Mayer ocupa su lugar. De tecnología. De ciencia. De educación de calidad se trata. Y de Reforma Educativa. El secretario de Educación Pública es retenido por hombres de túnica blanca. Aproximación cordial. Aurelio Nuño Mayer tiene que apretar el paso. Muy satisfecho de su participación, el presidente Enrique Peña Nieto se hace acompañar por Aldo Flores. No oculta el orgullo que le produce ir al lado del célebre -reconocido mexicano- y no pierde tiempo. Lo incorpora al séquito. Ese donde Emilio Lozoya Austin permanece atento. A la espera de su turno. El director de Petróleos Mexicanos -como su par en la Comisión Federal de Electricidad, Enrique Ochoa Reza- intervendrá oportunamente en esta gira. Emilio Lozoya, Enrique Ochoa, Aurelio Nuño Mayer. Trío de jóvenes mexicanos muy estudiosos. Perfeccionados en el extranjero. Los tres tienen doble licenciatura universitaria. Y posgrados ganados en centros de alto saber en el extranjero. Conocimientos y visiones los identifican. Que de la Ibero. Que del ITAM. Que de Oxford. Que de Columbia, en Nueva York. Roce de alto rango. Como el de Luis Videgaray. Abogado por la UNAM. Economista del ITAM. Y doctor en economía por el Tecnológico de Massachusetts.
Y el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, amplia el horizonte del petróleo mexicano. “Nos importa estar en el petróleo con gran responsabilidad compartida”. Riad urbe amurallada. No se ve alma alguna recorriendo -a pie- sus calles. Nadie se asoma a una ventana. Tapias de tono ocre. Y circulación intensa y lenta. En algunas glorietas se ven rocas cuidadosamente acomodadas. Tal monumento.
Así comenzó este día la gira de trabajo del Presidente por esta región del mundo. T. E. Lawrence de Arabia describe en su obra “Los Siete pilares de la Sabiduría” que hace un siglo, estos pueblos árabes luchaban por librarse del antiguo yugo al que les impuso por más de 500 años Turquía. El Imperio Otomano. “Pueblos árabes cuyos beduinos y tribus criaban ovejas y camellos. Y sufrían por la carencia de agua. La de los oasis y los pozos”. Lawrence de Arabia nos contará mientras dura la gira.
Fuente: Miguel Reyes Razo / El Sol de México