Medio Oriente.- Con la derrota y disolución del Imperio Otomano, la fundación de la Turquía moderna, y el nacimiento de una docena de repúblicas laicas en el Oriente Medio y Africa del Norte, el Islam perdió vigencia como poder temporal, y parecía destinado a convertirse en una fuerza exclusivamente espiritual. En esa evolución hubo una notable excepción: Arabia Saudita.
En lo que hoy es Arabia Saudita nació Mahoma (570), allí comenzó su prédica, protagonizó la Hégira, promovió la difusión del Islam por el Medio Oriente y Africa del Norte, e inició la andadura el actual reino saudita, cuya configuración estatal y confesional data de 1774.
Aquel año se celebró un pacto entre Muhammad ben Saud (Ibn Saud), emir de Diriyah, el primer estado saudita, y Muhammad ibn abd al Wahhab, que unieron el poder y la fe para fundar un reino, gobernado por la misma dinastía durante 300 años, cuya religión oficial, el wahabismo, según se afirma, constituye una retrógrada interpretación del Islam que repudia a los musulmanes que no comparten sus puntos de vista.
La intolerancia no es una rareza. En 1989 un ayatola condenó a muerte al narrador británico de origen indio Salman Rushdie por escribir un libro, y aunque la sentencia no fue ejecutada, no ha sido anulada. En 2001 ocurrieron los trágicos sucesos del 11/S, en el cual estuvieron implicados varios sauditas, entre ellos su cabecilla Ahmed ben-Laden, después aconteció una larga cadena de acciones terroristas que parece no tener fin, hasta llegar a la aberración política, confesional y cultural que constituye el llamado Estado Islámico.
Cualquiera que sea su origen, lo cierto es que el Estado Islámico es una entidad musulmana, que por motivos incomprensibles para los no iniciados en antiguos y no pocas veces sórdidos conflictos confesionales, actúa de modo criminal, principalmente contra otros musulmanes.
Por extraño que resulte, de alguna manera, por sus propios intereses y al margen de la responsabilidad que tienen en esos acontecimientos, al asumir la lucha contra el Estado Islámico, Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y otros países occidentales que integran las coaliciones que combaten en Siria, Irak, Yemen, y Afganistán, de hecho defienden a unos musulmanes de otros.
El temido choque de civilizaciones parece haber mutado convirtiéndose en un encontronazo al interior del Islam, que ojala no termine en una desgracia de proporciones globales. Allá nos vemos.