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Comuneros castigados por la fuerte heladez

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img_1455179640_98411d34ba7acc7dbe3fSAN JOSÉ LOS LIRIOS, BACALAR.- Las inclemencias del tiempo se han convertido en un gran reto para la supervivencia de las familias de San José los Lirios, municipio de Bacalar, primera comunidad quintanarroense que se formó con familias de exrefugiados guatemaltecos. Quienes todavía viven ahí se mantienen resistiendo las bajas temperaturas que han traído los frentes fríos número 35, 36 y más recientemente el número 37.
“Hace tres días sentí que me iba a morir, porque ya no aguantaba el frío, y mi familia tuvo que taparme con 5 sábanas y mantenerme bien abrigado, y aún así tenía mucho frío”, comentó Pedro José, quien desafortunadamente quedó paralítico a causa de un accidente laboral hace 16 años, y ahora sólo se la pasa acostado en un pequeño colchón que tiene en su casa.
“El único lugar donde podemos soportar el frío por las noches es un cuarto grande que tenemos que está hecho de material y techo de lámina, y ahí nos acomodamos toda la familia teniendo que compartir los colchones entre dos per
San José los Lirios es una pequeña comunidad del municipio de Bacalasonas, porque somos muchos, pero por ahora por tanto frío no podemos dormir en nuestras casas de madera”, dijo la ancianita María Mateo. r donde habitan no más de 15 familias de exrefugiados guatemaltecos, y se caracteriza por ser un recóndito lugar en medio del monte, donde se pueden observar pequeñas y maltrechas casas de madera y uno que otro cuartito de material, con techos de láminas o de cartón.
Éste fue el primer poblado que se formó con exrefugiados guatemaltecos en Quintana Roo, y en sus inicios logró reunir a más de mil familias de dicho país, al grado de que tuvieron una escuela y una torre de agua.
Sin embargo, con el pasar de los años, las familias fueron emigrando para asentarse en otras regiones de la Entidad y formar nuevas comunidades, al grado de que San José los Lirios se convirtió en un pueblo “fantasma” que aún conserva recuerdos de la gran comunidad que llegó a ser, como por ejemplo su escuela, un edificio lúgubre y abandonado.
Las pocas familias que aún viven en este poblado están sufriendo y soportando difícilmente las inclemencias de los frentes fríos 35, 36 y recientemente el 37, fenómenos que han traído bajas temperaturas de hasta por debajo de los 10 grados centígrados en el sur de “Quintana Roo.
La heladez ha llegado a tal grado que estas familias de exrefugiados guatemaltecos han establecido un toque de queda a partir de las 6 de la tarde y hasta el amanecer, porque en ese horario las bajas temperaturas no se soportan a la intemperie y por eso es que todos permanecen abrigados en sus casas lo mejor posible.
“La pobreza no se lleva con el frío, porque nosotros que somos pobres no tenemos los abrigos suficientes para protegernos de tanto frío que hace. En la ciudad la gente tiene muchos cobertores y vive en casas todas de material que le dan calor, hasta tienen eso que se llama calefacción, pero aquí nosotros a duras penas tenemos algunas cobijitas y chamarras para taparnos, y nuestras casas de madera no sirven para darnos calor”, sostuvo la abuelita María Mateo.
La viejecita dijo que de su familia son 13 personas, entre niños, adultos y ancianos, quienes han tenido que acomodarse en un cuarto de material y techo de lámina para resguardarse de las bajas temperaturas.
“Aquí no se aguanta el frío por las noches y madrugadas, si te quedas en tu casita de madera capaz te congelas, y por eso toda la familia ha llevado sus colchones al cuarto, que es el único que tenemos de material, y ahí nos hemos acomodado para dormir en lo que pasa el frío, pero tenemos que compartir los colchones porque somos 13 personas y sólo tenemos 6 camas y una hamaca”, explicó María Mateo.
La familia de esta humilde y amable abuelita duerme en pequeños colchones con bases de madera que son sostenidos por bloques, los cuales tienen a su alrededor mosquiteros para protegerse de los insectos.
Esta familia de 13 miembros sólo cuenta con un cobertor y 7 delgadas cobijas, y aunque se resguardan en un cuarto de material, aseguran que por las noches y madrugadas les sigue costando trabajo soportar tanta heladez.
Para mantenerse en calor, las familias de San José los Lirios necesitan encender leña y se acomodan alrededor del fuego, además de que han dejado de bañarse todos los días para evitar enfermarse de las vías respiratorias.
“Ahora sólo nos estamos bañando un día sí y un día no, o un día sí y dos días no, porque no puedes estarte bañando diario ya que hace mucho frío y todo tu cuerpo se congela. Cuando te lavas las manos sientes que tus dedos se entumen, no los sientes, y por las noches dejas de sentir los dedos de tus pies y de tus manos, ya ni podemos dormir bien de tanto frío que hace”, expresó María Mateo.
Unos metros más adelante se encuentra la casa de Pedro José, que por una mala jugada del destino quedó paralítico hace 16 años a causa de un accidente laboral, mientras trabajaba en una construcción en la ciudad de Cancún.
Más que llamarle casa, el lugar que habita Pedro José es un pequeño cuarto de material con las puertas rotas y lleno de cuarteaduras, así como con muchas filtraciones por donde entra el aíre helado y el agua de lluvia.
“Hace 3 días sentí que me iba a morir, porque ya no aguantaba el frío, y ya no sentía mi cara ni podía mover mi boca porque estaba congelada. Mi familia tuvo que ponerme 5 cobijas y mantenerme bien abrigado, y aún así estaba tiritando de frío. He dejado de dormir por las noches porque el frío no te deja dormir, pero ni modos así es de difícil la vida para nosotros los pobres”, comentó Pedro José al tiempo que se lamentaba por no poder caminar.
Acostado en un pequeño y viejo colchón, Pedro José pasa sus días y sus noches en ese pequeño cuarto que, asegura, se ha convertido en su “ataúd”, pues sostiene que “aquí en este cuarto me quedé desde hace años y aquí me voy a morir, mi cuerpo es débil y no está hecho para soportar todo este frío, toda esta heladez que ni siquiera te deja respirar, y que hace que tus dientes rechinen y tus manos se congelen”.
Los hombres del hogar siguen yendo a trabajar, pero no lo están haciendo de madrugada tal y como acostumbran, porque a esa hora y por las noches es cuando se sienten más el frío.
En lo que pasan las bajas temperaturas, los pocos campesinos que habitan San José los Lirios están acudiendo a sus milpas cuando empieza a salir el Sol, aproximadamente a las 7 de la mañana, a diferencia de cuando son temporadas calurosas que es cuando salen desde las 5 de la mañana.
Los niños y los ancianitos son los más propensos a enfermarse de las vías respiratorias, y por eso la mayoría permanece en sus casas la mayor parte del día, quedándose en sus camas o hamacas abrigándose con todo lo que tengan a su alcance.
Sin perder la esperanza, estas familias confían que cualquier momento recibirán el apoyo de sus autoridades estatales y/o municipales, ya que ante las bajas temperaturas temen que en cualquier momento puedan enfermar a alguien poniendo en riesgo su vida.

Fuente: Por Esto! Por Gabriel E. Manzanilla

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